En este momento, después de ver La vida secreta de Walter Mitty, sólo
pienso en todas las cosas que realmente he querido hacer o aprender y que he
dejado “para otro momento” por estar apurada o muchas veces por cualquier
excusa puesta para no aceptar que al final realmente no lo hacía por miedo a no
hacerlo bien, por miedo a fracasar. Pero no más y empiezo retomando este blog.
Cuántas cosas han cambiado desde la última vez
que escribí (desde la última vez que me di el tiempo sin excusas); ha cambiado
la moda, la tecnología, mi estado civil, tengo arrugas, más canas y nuevos tatuajes pero especialmente lo que más cambió fue mi forma de sentir, ver, entender y actuar ante las cosas. Solía reaccionar a todo lo que me sucedía; visceral,
pasional, con exceso de ego... Sin medir las consecuencias sólo lo dejaba salir para que no
explotara dentro de mi.
Hoy estoy casi a 1 mes de uno de los eventos más hermosos (enlace a Historias de Atacama) y
a la vez sin duda el más doloroso de mi historia (este accidente), por lo menos en esta existencia; por primera
vez me he podido ver desde afuera como he logrado respirar, entender, mantener
la calma, reaccionar, solucionar, drenar, entender que no puedo hacer más; En paralelo lidiando con dolor físico, inmovilizada, pero especialmente con un hueco tan profundo en el alma
que hace que cueste respirar.
Hoy muchos de nosotros estamos enfrentando la
prueba más dura de nuestra vida, este accidente nos ha tocado a tantos en
tantas maneras y a pesar de todo el dolor que ha causado esto así de inesperado
es esperanzador ver que no queda en vano, que se están aprendiendo lecciones en
muchísimos niveles, dependiendo de la cercanía y la capacidad que tengamos de
entender que lo único que determina nuestra vida es la forma en la que reaccionamos
a lo que nos sucede. Podemos negarnos, sufrir, dejarnos llevar por la rabia,
maldecir, encerrarnos y mil cosas negativas más pero qué cambia con eso más
allá del daño que nos hacemos a nosotros mismos, a los que nos quieren y la luz que apagamos en
nuestro ser???
Cada día siento que mejoro un poco y a veces me
siento mal por sentirme bien sabiendo que David ya no está, que José
Miguel también partió; pensando en sus familias (la de David es especialmente
cercana; no puedo describir en este momento lo que él significa en mi vida) en su dolor, en su pérdida invaluable e irremplazable, en la
impotencia que me da el haber estado allí y no haber podido hacer nada… pero
respiro de nuevo, me calmo, analizo, siento y qué más puedo hacer?? Necesito
sanar yo para poder seguir ayudando en todo lo que sí puedo.
Duele y mucho pero agradezco enormemente haber estado allí, haberlo vivido, haber disfrutado, reído, aprendido. Doy gracias a la vida por ese mes con ellos en San Pedro de Atacama, cumpliendo un sueño, desarrollando nuestra pasión, creciendo juntos, riendo, viviendo a plenitud a pesar de cualquier eventualidad lógica como el cansancio o alguna tonta discusión.
Ya para cerrar, si me preguntan, no hay otro
lugar donde hubiese querido estar que ahí, con ellos, en ese momento y en ese
carro en el medio del desierto.